Coyuntura internacional enero 2023
Carlos Petroni (León Pérez)
Aprobado por Izquierda Internacional
El mundo ha comenzado a transitar por lo que aparenta ser una nueva coyuntura dentro del periodo de avance de la guerra y la contrarrevolución, parte de la época de Socialismo o Extinción. En esta coyuntura, a pesar de luchas obreras y populares fragmentadas y aisladas. es innegable que lo que prima es el avance de la derecha y la extrema derecha. En este contexto no existe una dirección revolucionaria en ningún sitio o país que podamos identificar claramente con influencia de masas o con la masa crítica para intervenir en los procesos que se abren a diario.
El mundo está atravesado por lo que la Organización Mundial del Comercio ha caracterizado como policrisis: la pandemia, la guerra de Ucrania, la sequía, las catástrofes climáticas en muchos países, incluyendo EEUU, grandes partes de África y Asia, Europa y Australia, partes de Latinoamérica. La policrisis es mundial y se traduce en las subidas de precios a los alimentos, el transporte, la gasolina y muchísimos otros productos de consumo popular. Las subidas de precios que se ven cada día en los supermercados o las gasolineras y en una inflación que hacía 40 años que no se veía en los países económicamente más desarrollados que, a su vez, golpea con fuerza a los países dependientes del imperialismo. “La energía y las materias primas también se han encarecido, lo que provoca una situación que está golpeando a las economías más frágiles, es a lo que se le llama ‘policrisis’.” Todos los segmentos y partes componentes de la policrisis están conectados y se influencian mutuamente. La deuda, tanto externa como interna, está golpeando ferozmente a los países dependientes, pero también comienzan a afectar a potencias imperialistas como EEUU y Europa.
Las catástrofes climáticas producidas por la superexplotación capitalista de la burguesía dominante crecen en intensidad, número de muertos y destrucción del hábitat humano, de tierras fértiles, seca océanos, ríos y lagos, inunda ciudades y pueblos, se incendian cada vez más superficies. EEUU fue el escenario en el último años de sequías imperiosas, desaparición de fuentes de agua como lagos y ríos, incendios forestales enormes, grandes heladas que paralizaron el Este y centro del país. ríos atmosféricos que causaron inundaciones, deslizamientos, destrucción y ahora se esperan nuevas catástrofes
Desde hace años los científicos advierten de estos fenómenos de desastres en el ambiente y la burguesía no se cansa de hacer reuniones multinacionales e intergubernamentales (ya llevan 27 Conferencias COP e infinidad de reportes, comisiones, reuniones bilaterales, etc.) y solo se han hecho algunos cambios cosméticos y algunas inversiones menores en proyectos más que insuficientes que sirvan, aunque sea de protección y paliación. Para ejemplo no tomemos los países más pobres arrasados por el cambio climático y abandonados a su suerte por los imperialismos y las clases dominantes mundiales que provocaron su situación. No, veamos en el seno del imperialismo norteamericano, donde olas de calor, seguidas de inundaciones, y luego brutales heladas y tormentas, ríos atmosféricos arrasando vastas regiones y ¿qué defensas de las poblaciones y ciudades más pobres se han erigido? ¿qué grandes proyectos se erigieron para preparar a la población para las catástrofes? ¿qué nuevos sistemas de refugios y ayuda de emergencias se han creado anticipadamente? La respuesta es poco y nada. Cientos de muertos fue el resultado del último año de catástrofes en EE. UU., así como billones de dólares en pérdidas, destrucción de hogares e infraestructura. ‘Imaginemos’, porque la prensa burguesa informa casi nada, como es el resultado de los mismos fenómenos en países de África, Asia o Latinoamérica.
La subida de los precios dispara las protestas tanto obreras como la de pequeños productores rurales y el campesinado como se ha visto en Ucrania antes del comienzo de la guerra, India, China, Sudáfrica y Europa. En algunos países la población no puede aguantar más y se están gestando las condiciones para revueltas. Desde Asia hasta América suben los cereales, los aceites, los combustibles, pero los sueldos para hacer frente al coste de los productos no suben, incluso donde los trabajadores obtienen mejoras estas son rápidamente absorbidas por la inflación.
En Brasil el imperialismo norteamericano intenta destruir o entorpecer el desarrollo proimperialista del nuevo gobierno de Lula, participe declarado del bloque imperialista dirigido por China (BRICS+). La reciente toma de las sedes gubernamentales y judiciales del país por las turbas de extrema derecha bolsonarista es solo un ejemplo y puntapié inicial. La crisis repetida una y otra vez del gobierno y régimen del Perú, las rebeliones y enfrentamientos interburgueses en Bolivia que solo tratan de esconder la crisis política, social y económica del país sin ninguna perspectiva de solucionarlos; la existencia de conflictos enormes irresueltos en Ecuador, Argentina y otros países del continente pone de manifiesto que está en marcha en todos esos países y el resto del continente la lucha mortal entre el imperialismo norteamericano y sus agentes nacionales y el imperialismo Chino-Ruso con sus propios agentes. No hay conflicto y crisis de gobiernos o regímenes de la última década en Latinoamérica que no hayan sido motorizadas por este enfrentamiento interimperialista. Como tampoco está ausente este enfrentamiento de bloques imperialistas en el sostén de dictaduras sangrientas como la de Maduro en Venezuela u Ortega en Nicaragua sostenidas por el bloque China-Rusia. Y la oposición más visible a esas dictaduras, desafortunadamente son los sectores burgueses proyanquis.
Al compás de la policrisis (guerras, pandemias, catástrofes climáticas) las condiciones materiales de los trabajadores y el pueblo decaen y se destruyen. Hay protestas y huelgas y hasta rebeliones populares, pero, por falta de una dirección revolucionaria de masas, esas luchas dirigidas por burocracias sindicales, la socialdemocracia o los restos del stalinismo, son traicionadas una y otra vez y por falta, repetimos de una alternativa revolucionaria., sectores de masas se vuelcan hacia el fascismo, la extrema derecha, el fundamentalismo religioso. Estamos si se quiere en un escenario análogo al de los años 20 y 30 posteriores a la I Guerra Mundial.
En Europa la extrema derecha y el fascismo han avanzado notablemente. En Italia, Hungría, Austria y otros países de Europa ya son parte de sus gobiernos y en Dinamarca, Finlandia, Suecia, Alemania, Bélgica, España, etc.
Hay luchas, algunas muy importantes, pero en su mayoría sino todas, sin dirección revolucionaria por lo que cesan con acuerdos insuficientes o son aplastadas. Algunas de ellas en curso como las huelgas en Francia, luchas interburguesas con movilizaciones y paros como en Bolivia, paros y movilizaciones para voltear al gobierno usurpador en Perú o enfrentamientos con la derecha bolsonarista en Brasil; en China hubo grandes movilizaciones que obligaron al retroceso de la política de control social por el COVID del gobierno, En Irán hay una revuelta obrera, popular y de las nacionalidades desde el asesinato de una mujer Kurda, la represión salvaje ya se ha cobrado cientos de vidas y el régimen apela a las ejecuciones. Desde mediados de 2022 hubo revueltas a distinta escala, además de las ya mencionadas en Myanmar, India, Sri Lanka, Palestina, Israel, Sudáfrica, Sudán, Gran Bretaña, Portugal y Haití. etc.
La tarea más urgente y necesaria, entonces, es la construcción de organizaciones marxistas Revolucionarias en todos los países y sobre todo la construcción de una internacional que coordine y dirija nuestras fuerzas en la intervención de la lucha de clases, la elaboración del programa necesario y la formación de cuadros dirigentes.
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