
Los acuerdos en la lucha de clases: la táctica del Frente.
Por Carlos Petroni. Comentarios de Erick Huehuetzin.
Los acuerdos a ser realizados en la lucha de clases han sido históricamente herramientas privilegiadas en ciertos momentos de la actividad de los revolucionarios. A efectos de simplificar, dividimos estas herramientas en tres grandes categorías: Los frentes únicos, la unidad de acción y los comités de enlace. En cada caso expondremos su utilización tanto por parte de los revolucionarios como de los reformistas.
- La herramienta del Frente Único.
El Frente Único nace en el 3º Congreso de la Internacional Comunista realizado en Moscú durante el año 1921. Como producto de las deliberaciones se desarrollaron varias tesis y un Manifiesto del Comité Ejecutivo Internacional que contenía un escrito denominado: ¨Formado el Frente¨.
Aquí un extracto central de las tareas a realizar:
“Solamente en la lucha por los intereses más simples, más elementales de las masas obreras podremos formar un frente unido del proletariado contra la burguesía. Sólo con esa lucha lograremos poner fin a las divisiones en el seno del proletariado, divisiones que constituyen la base sobre la cual la burguesía consigue prolongar su existencia. Pero ese frente del proletariado se tornará potente y apto para el combate únicamente si es sostenido por los partidos comunistas cuyo espíritu debe estar unido, ser firme y con una disciplina sólida y severa. Por eso el III Congreso de la Internacional Comunista, a la vez que lanza a los comunistas de todos los países al grito de “¡Hacia las masas, formad el frente único del proletariado!” les recomienda: “Conservad vuestras organizaciones puras de elementos capaces de destruir la moral y la disciplina de combate de las tropas de ataque del proletariado mundial, de los partidos comunistas”.”
Como puede comprobarse en ese escrito el Frente Único estaba enderezado a influir sobre la base de las organizaciones Socialdemócratas reformistas y las masas sin partido, por lo que no se suponía la utilización de esta herramienta con corrientes pertenecientes a otras clases sociales. Sin embargo el 4º Congreso habilitó su uso con corrientes burguesas caracterizadas como nacionalistas.
La nueva orientación de Frente Único fue precisada más aún en la sesión ampliada del Comité Ejecutivo Internacional en enero de 1922, tomando como referencia la reciente conferencia de Washington y la consiguiente ofensiva capitalista [citada más adelante].
En el 4º Congreso de la Internacional Comunista se mantiene la formulación general de esta política, expresada en la ¨Tesis sobre la unidad del Frente Proletario¨, incluida en el Manifiesto del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, pero se agregan las ¨Tesis generales sobre la cuestión de Oriente¨ que en su título IV ¨El frente único antiimperialista¨ introduce su aplicación específica en las semicolonias de Oriente.
Sus objetivos.
Las herramientas de frente único son propuestas de acuerdo, que avanzadas por los revolucionarios, tienen como finalidad implementar tácticas tanto ofensivas como defensivas, por lo que pueden ser utilizadas para movilizar ofensivamente a las masas, construir el Partido Revolucionario y para enfrentar una ofensiva de la burguesía si fuera el caso.
La necesidad de su implementación, así como de sus proyecciones políticas, radica en que debido a la heterogeneidad al interior de las clases explotadas y oprimidas, sobre todo en las semicolonias, pueden ayudar a conseguir la masa crítica necesaria para alcanzar los objetivos perseguidos.
En general, la historia ha demostrado que no es posible para las corrientes de vanguardia de masas en cortos lapsos de tiempo, influir sobre el conjunto de los explotados a efectos de obtener la masa crítica indispensable para tener chances de triunfo, sin acordar con otras corrientes para alcanzar el objetivo. Cuál es su ámbito de aplicación. Su ámbito de aplicación es la estructura social. Estos acuerdos se dan entre corrientes de masas o como mínimo de vanguardia de masas (Estructura – Relaciones socioeconómicas). Dichas corrientes pueden ser partidarias, sindicales, territoriales, étnicas, etc.
Su operación en las distintas situaciones.
El Frente Único es un compromiso de trabajo en común sobre la base de un acuerdo programático alcanzado por dos o más organizaciones pertenecientes a la clase obrera. Pueden ser partidos o sindicatos y su duración puede variar con arreglo a la lucha de clases, a los motivos del acuerdo y a la dinámica de cada una de las organizaciones. Formas específicas del Frente Único.
Una herramienta virtuosa:
“Contra el capital mundial que oponen bandas armadas al proletariado organizado, la Internacional Comunista cuenta con un arma fiel: las masas de proletariado, el frente único y firme del proletariado.”
El Frente Unido Revolucionario (FUR). En situaciones de fuerte lucha de clases la táctica más adecuada es el Frente Unido Revolucionario (FUR), donde el objetivo es ofensivo y busca generar la masa crítica necesaria a efectos de luchar por derrocar al régimen capitalista, toda vez que las condiciones materiales objetivas están ya maduras.
En estos momentos el tiempo es vital y se vuelve criminal embarcarse en un crecimiento evolutivo del Partido hasta que este alcance la magnitud y despliegue necesarios. En estos casos el Partido debe individualizar – si existiera-, alguna corriente de vanguardia de masas, que impelida por la lucha de clases esté girando en general hacia posiciones revolucionarias.
De ahí que esa sea una oportunidad de llegar a acuerdos estratégicos que posibiliten dotar a las masas rápidamente de una dirección revolucionaria capaz de tomar el poder. En todos los casos el Partido debe generar una amplia campaña por la base dirigida al movimiento de masas en general y paralelamente a los intercambios con su dirección.
- Un ejemplo de la estafa:
El Frente Popular (FP).
El Frente Popular es una táctica desarrollada fundamentalmente durante la primera mitad del siglo XX por la socialdemocracia, cuando todavía era una corriente reformista de la clase obrera y aplicada recurrentemente por el estalinismo. El Frente Popular es siempre una herramienta de los reformistas y eventualmente de la burguesía, que despliegan en momentos de fuerte lucha de clases y consiguiente debilitamiento del régimen, buscando controlar al movimiento de masas. Generalmente una corriente política, sindical, etc.., con influencia de masas le plantea a estas concretar un frente con una corriente burguesa progresista, popular (¨buena¨), en el afán de restaurar la confianza en el régimen y estabilizarlo, llevando a terminar con la ofensiva de las masas contra él. FUR y FP son tácticas espejo, es decir tienen el mismo ámbito de aplicación y operan en situaciones semejantes, pero los objetivos estratégicos son opuestos tanto en sus integrantes, como en sus objetivos y su metodología. Un experimento fallido:
El Frente Único Antiimperialista (FUA).
El frente único antiimperialista fue una táctica desarrollada para su implementación en colonias o semicolonias con formaciones semi o precapitalistas sometidas al imperialismo a partir de 1923, pero su aplicación desde 1925 en China por parte de la burocracia stalinista fue desastrosa, al punto de llevar al proletariado y el campesinado chino a una serie de derrotas sistemáticas a manos de su ¨aliado¨ el Kuomintang.
Estos frentes son una forma específica del Frente Popular que rápidamente evoluciona contra la movilización antimperialista y la lleva a la desmoralización y la derrota.
<<[Este tipo de tácticas terminan cediendo la dirección al colaboracionismo de clases y diezmando las fuerzas independientes del proletariado revolucionario bajo una “unidad nacional” y una unidad burocrática, si bien, ayuda a “desenmascarar las vacilaciones y las incertidumbres de los diversos grupos del nacionalismo burgués” y “también, contra todo tipo de resabio feudal”, su “plena independencia política” se limita a “reivindicaciones parciales, como por ejemplo la república democrática independiente, el otorgamiento de derechos de que están privadas las mujeres, etc.,.”
Dicha táctica no correspondió a una evaluación llevada a cabo por un proceso de avance revolucionario, sino por la capitulación burocrática, la derrota del movimiento comunista internacional en manos del fascismo y luego el entreguismo bajo una división política entre el “bloque socialista” y el imperialismo occidental que culminó con la disolución del bloque soviético.
Bajo el presente contexto en la tercera década del siglo XXI es menester considerar que las tareas democráticas de la “Liberación Nacional” se han agotado dado el desarrollo del capitalismo mundial. Así tampoco el avance o predominio de la reacción justifica el colaboracionismo de clase. Es en este sentido que se reivindica aún más la solidez de la táctica del Frente Único.
Trotsky menciona que, de forma natural, el Frente Único es, por sí mismo, un ‘Frente contra el Fascismo’, donde el fascismo es un fenómeno interno del régimen burgués y que la lucha contra él exige unidad de clase y no coaliciones interclasistas. Así entonces, esta ‘defensa’ no es una alianza o mera unidad de acción sino una manera de ganar a la base trabajadora mientras los comunistas desenmascaramos a su dirección.
Ya en 1931, Trotsky criticaba la táctica sectaria de Thaelmann al llamar al ‘frente único rojo’ […] ¿Se puede hoy en día, en el transcurso de los próximos meses, es decir, a pesar de la presencia de una socialdemocracia todavía muy potente aunque debilitada, oponer una resistencia victoriosa al ataque del fascismo? El comité central del partido comunista alemán responde negativamente. En otras palabras, Thaelmann considera la victoria del fascismo como inevitable.[…]
Por ello cita el dilema de Kornilov resuelto por el Partido Bolchevique en 1917 donde ‘los bolcheviques propusieron a los socialistas revolucionarios y a los mencheviques un frente único de combate, y crearon con ellos organizaciones comunes para la lucha.’ Lenin mencionó: ‘¿En qué consiste entonces la modificación de nuestra táctica después de la revuelta de Kornilov? En que modificamos la forma de nuestra lucha contra Kerensky. Sin atenuar por nada del mundo nuestra hostilidad hacia él, sin retractarnos de nada de lo que hemos dicho en contra suya, sin renunciar a derrocarle decimos: hay que tener en cuenta el momento, no intentaremos derrocarle de inmediato, le combatiremos ahora de otra forma y, más precisamente, señalando a los ojos del pueblo (que combate contra Kornilov) la debilidad y las vacilaciones de Kerensky.’
No sólo es que cualquier gobierno burgués prefiera a la derecha antes que al comunismo, es que son parte de un mismo engranaje. Misma consigna se suma hoy a la lucha anticapitalista. Nuestras obligaciones como comunistas son no sólo denunciar al capitalismo como el mayor peligro para la supervivencia de la vida como la conocemos, sino también plantear una perspectiva postcapitalista, pero no perder de vista que para conseguir estos objetivos, necesitamos a aquellas masas populares no comunistas que hoy no están del lado de la revolución.
Valioso es subrayar que: ‘Los acuerdos electorales, los regateos parlamentarios concluidos entre el partido revolucionario y la socialdemocracia suelen servir, por regla general, a la segunda. Un acuerdo práctico de cara a acciones de masas, por objetivos de lucha, se hace siempre, en provecho del partido revolucionario.’
- Las herramientas de Unidad de Acción.
Cuáles son sus objetivos.
A diferencia de los frentes, las tácticas de unidad de acción están enderezadas sólo a la movilización de las masas y por su naturaleza son aptas para todo tipo de acuerdo y tienen gran flexibilidad respecto de los eventuales participantes.
La contracara de eso es que son siempre acotados en sus objetivos y su duración. Son acuerdos siempre puntuales sobre una tarea u objetivo concreto, por ejemplo el apoyo a una lucha específica o una campaña propagandística sobre un tema puntual.
Cuál es su ámbito de aplicación.
Estas tácticas operan tanto en la estructura como en la superestructura y se adaptan a muy distintas escalas, desde enormes conglomerados de masas hasta corrientes políticas de pequeño tamaño.
Cómo opera en las distintas situaciones.
Son útiles en todo tipo de condiciones de la lucha de clases, tanto ofensivas como defensivas. Comités de Enlace.
Cuáles son sus objetivos.
El objetivo consiste en la construcción del Partido Revolucionario; se trata de un conjunto de modalidades apuntadas a la relación entre distintas corrientes políticas, incluso de diferentes magnitudes. En cualquier caso estas tácticas buscan profundizar la relación entre organizaciones que cuentan con una cuota importante de acuerdos previos.
Cuál es su ámbito de aplicación.
La superestructura.
Cómo opera en las distintas situaciones.
Sin perjuicio de que estos comités puedan explorarse en cualquier situación, la historia enseña que las épocas de convulsiones y grandes acontecimientos son aquellas que permitieron la mayoría de estos acuerdos exploratorios, más allá de su resultado final.
Nosotros entendemos que además de grandes acuerdos estratégicos es irrenunciable compartir un método de intervención en la lucha de clases, así como su refracción al interior, es decir un funcionamiento interno regido por el centralismo democrático.
Sin duda también estas situaciones son propicias para que grupos centristas pudieran eventualmente decantarse definitivamente hacia la revolución o huir hacia el reformismo.
- General.
En los tres casos las organizaciones revolucionarias se reservan el derecho a crítica sobre todas aquellas cuestiones no incluidas en los acuerdos.
29/12/2023
- Colofón.
Es menester para completar la misión pedagógica del presente texto señalar valiosas citas del documento del 3º Congreso de la Internacional Comunista donde señala que “el deber de la Internacional Comunista consiste en intensificar al extremo el esfuerzo en todos los sectores del frente mundial del proletariado”, “en realizar manifestaciones en ocasión de acontecimientos particulares sino en lograr el perfeccionamiento del vínculo internacional entre los comunistas en su lucha común y constante en un único frente.”
A continuación, se presentan otros extractos correspondientes al III y IV Congresos.
La situación de la clase trabajadora:
“En la mayoría de los países, aún impera en la cúspide del proletariado una burocracia obrera muy desarrollada, estrechamente unida, que elabora sus propios métodos y sus procedimientos de dominación y se vincula mediante innumerables lazos a las instituciones y a los órganos del Estado capitalista.
Luego viene un grupo de obreros, el mejor ubicado en la producción, que ocupan, o pretenden ocupar, puestos administrativos y que son el apoyo más seguro de la burocracia obrera.
Luego sigue la vieja generación de los socialdemócratas y de los sindicalistas, obreros calificados en su mayor parte vinculados a su organización por decenas de años de lucha y que no pueden decidirse a romper con ella, pese a sus traiciones y a sus fracasos. Sin embargo, en muchos sectores de la producción, los obreros calificados están mezclados con obreros no calificados””
Nuestra diferencia con la socialdemocracia:
“Las divergencias entre la Internacional Comunista y los socialdemócratas de los dos grupos no consisten en que nosotros habríamos determinado una fecha fija para la revolución mientras que los socialdemócratas niegan el valor de la utopía y del putschismo (tentativas insurreccionales). Esas divergencias residen en que los socialdemócratas reaccionan contra el desarrollo revolucionario efectivo ayudando con todas sus fuerzas, tanto desde el gobierno como desde la oposición, al restablecimiento del equilibrio del Estado burgués, mientras que los comunistas aprovechan todas las ocasiones, todos los medios y todos los métodos para derrotar y acabar con el Estado burgués por medio de la dictadura del proletariado.”
La denuncia de la ilusión:
“El curso de la revolución mundial se ha tornado aún más dificultoso debido al hecho que poderosas organizaciones y partidos obreros, es decir tanto los partidos como los sindicatos socialdemócratas, fundados por el proletariado para guiar su lucha contra la burguesía, se transformaron durante la guerra en instrumentos de influencia contrarrevolucionaria y de desmovilización del proletario y siguieron siéndolo después de la guerra. Eso es lo que permitió a la burguesía mundial superar fácilmente la crisis de la desmovilización, lo que permitió durante el período de prosperidad aparente de 1919-1920 que despertara en la clase obrera una nueva esperanza de mejorar su situación en el marco del capitalismo, causa esencial de la derrota de las sublevaciones de 1919 y de la reducción de los movimientos revolucionarios en 1919-1920.” Pues “lejos de tener la más mínima intención de luchar para derrotar al capitalismo, ni siquiera están dispuestos a luchar por las necesidades más simples e inmediatas de la clase obrera.”
Crítica al proceso alemán:
“El Partido Unificado de Alemania todavía no se ha mostrado a la altura de esta tarea en lo que concierne a la amplitud y al contenido de la agitación. Aún no ha sabido seguir con lógica el camino que emprendió con su “carta abierta”, el camino en el que se oponen los intereses prácticos del proletariado con la política traidora de los partidos socialdemócratas y de la burocracia sindical. La prensa y la organización del partido todavía llevan en demasía el sello de sociedades y no de instrumentos y de organizaciones de lucha. Las tendencias centristas que se expresan aún en ese partido y que aún no han sido superadas condujeron a una situación en la que el partido, colocado ante la necesidad del combate, debió lanzarse a la lucha sin suficiente preparación y no supo conservar el vínculo moral con las masas no comunistas. Las exigencias de acción que pronto serán impuestas al Partido Comunista Unificado de Alemania por el proceso de destrucción de la economía alemana, por la ofensiva del capital contra la existencia de las masas obreras, sólo podrán ser satisfechas si el partido, lejos de oponer a su objetivo de acción sus objetivos de agitación y de organización, mantiene siempre despierto el espíritu de combatividad de las masas, imprime a su agitación un carácter realmente popular, da a su organización una forma que la ponga en condiciones, al desarrollar su vinculación con las masas, de plantear del modo más cuidadoso posible la situación de la lucha y de preparar no menos cuidadosamente esa lucha.”
La denuncia del colaboracionismo y traicion socialdemócrata:
“Los partidos de la Internacional Comunista se convertirán en partidos de masas revolucionarios si saben vencer el oportunismo, sus supervivencias y sus tradiciones en sus propias filas, tratando de vincularse estrechamente con las masas obreras combatientes, deduciendo sus objetivos de las luchas prácticas del proletariado, rechazando en el curso de esas luchas tanto la política oportunista del allanamiento de los antagonismos insuperables como las frases revolucionarias que impiden distinguir la relación real de fuerzas y las verdaderas dificultades del combate. Los partidos comunistas surgieron de la escisión de los viejos partidos socialdemócratas. Esta escisión se debe a que esos partidos traicionaron durante la guerra al proletariado con una alianza con la burguesía o con una política vacilante que trataba de evitar todo tipo de lucha. Los principios de los partidos comunistas forman el único ámbito en el cual las masas obreras podrían reunirse nuevamente, pues esos principios expresan las necesidades de la lucha del proletariado. Y dado que ello es así, actualmente son los partidos y las tendencias socialdemócratas y centristas las que representan la división y parcelación del proletariado, en tanto que los partidos comunistas constituyen [deben constituir] un elemento de unión.”
- Perspectivas:
Se presentan algunos extractos del IV congreso.
“El gobierno obrero (eventualmente el gobierno obrero y campesino) deberá ser empleado en todas partes como una consigna de propaganda general. Pero como consigna de política actual, el gobierno obrero adquiere una mayor importancia en los países donde la situación de la sociedad burguesa es particularmente insegura, donde la relación de fuerzas entre los partidos obreros y la burguesía coloca a la solución del problema del gobierno obrero a la orden del día como una necesidad política.
En esos países la consigna del “gobierno obrero” es una consecuencia inevitable de toda la táctica del frente único.
[…] El programa más elemental de un gobierno obrero debe consistir en armar al proletariado, en desarmar a las organizaciones burguesas contrarrevolucionarias, en instaurar el control de la producción, en hacer recaer sobre los ricos el mayor peso de los impuestos y en destruir la resistencia de la burguesía contrarrevolucionaria.
Pese a sus grandes ventajas, la consigna del gobierno obrero también tiene sus peligros, así como toda la táctica del frente único. Para prevenir esos peligros, los partidos comunistas siempre deben tener en cuenta que si bien todo gobierno burgués es al mismo tiempo un gobierno capitalista, no es cierto que todo gobierno obrero sea un gobierno verdaderamente proletario, es decir un instrumento revolucionario del poder del proletariado.
La Internacional Comunista debe considerar las siguientes eventualidades:
1º Un gobierno obrero liberal. Ya existe un gobierno de ese tipo en Australia, y también es posible, en un plazo bastante breve en Inglaterra;
2º Un gobierno obrero socialdemócrata (Alemania);
3º Un gobierno de obreros y campesinos. Esta eventualidad puede darse en los Balcanes, en Checoslovaquia, etc…;
4º Un gobierno obrero con la participación de los comunistas;
5º Un verdadero gobierno obrero proletariado que, en su forma más pura, sólo puede ser encarnado por un partido comunista.
Los dos primeros tipos de gobierno obrero no son gobiernos obreros revolucionarios sino gobiernos camuflados de coalición entre la burguesía y los líderes obreros contrarrevolucionarios. Esos “gobiernos obreros” son tolerados en los períodos críticos de debilitamiento de la burguesía para engañar al proletariado sobre el verdadero carácter de clase del estado o para postergar el ataque revolucionario del proletariado y ganar tiempo, con la ayuda de los líderes obreros corrompidos. Los comunistas no deberán participar en semejantes gobiernos. Por el contrario, desenmascararán despiadadamente ante las masas el verdadero carácter de esos falsos “gobiernos obreros”. En el período de declinación del capitalismo, cuando la tarea principal consiste en ganar para la revolución a la mayoría del proletariado, esos gobiernos, objetivamente, pueden contribuir a precipitar el proceso de descomposición del régimen burgués. Los comunistas también están dispuestos a marchar con los obreros socialdemócratas, cristianos, sin partido, sindicalistas, etc., que aún no han reconocido la necesidad de la dictadura del proletariado.
Los comunistas podrán bajo determinadas condiciones y con determinadas garantías, apoyar un gobierno obrero no comunista. Pero los comunistas deberán explicar a cualquier precio a la clase obrera que su liberación sólo podrá ser asegurada por la dictadura del proletariado.
Los otros dos tipos de gobierno obrero en los que pueden participar los comunistas tampoco son la dictadura del proletariado ni constituyen una forma de transición necesaria hacia la dictadura, pero pueden ser un punto de partida para la conquista de esa dictadura. La dictadura total del proletariado sólo puede ser realizada por un gobierno obrero compuesto de comunistas.
El IV Congreso decide agregar como suplemento a esta resolución el texto de las tesis adoptadas por el Comité Ejecutivo en diciembre de 1921, relativas al frente único, tesis que exponen exactamente y en detalle la táctica del frente único.”
- Nota histórica de Mathías Rakosi en vísperas del IV Congreso
“El III Congreso se reúne en una época en que reinaba una gran depresión en el seno de la clase obrera. Las derrotas sufridas habían desanimado al proletariado. Esta situación se agravó aún más después del congreso. En Inglaterra, en América, en Italia y en los países neutrales, los obreros sufren un paro permanente. La clase obrera ha perdido las conquistas obtenidas en los últimos años. Se ha prolongado la jornada, el nivel de vida de los obreros ha descendido a un nivel inferior al anterior a la guerra. Si bien en países como Alemania, Austria, Polonia, el paro no es tan grande, la miseria de la clase obrera no es menos dura, dada la constante disminución del salario real causada por la continua bajada del valor adquisitivo del dinero, lo que incluso imposibilita a los obreros satisfacer sus necesidades más elementales.
Esta situación era intolerable. Bajo la presión de la creciente miseria, las masas comenzaron a buscar un remedio a su situación. Comprendieron que los viejos métodos eran inadecuados para obtener algo. Las huelgas fracasaban y, cuando tenían éxito, las ventajas obtenidas pronto eran anuladas por la desvalorización del dinero. Las masas observaron que la clase obrera estaba escindida en diversos partidos que luchaban entre sí, mientras que la clase capitalista entablaba contra ella una ofensiva única. En medio de esta situación, se imponía la solución de unificar las fuerzas dispersas del proletariado para oponerlas al ataque del capitalismo.
¿De qué manera debía realizarse esta unificación de las fuerzas del proletariado? Las masas obreras no tenían una idea muy clara al respecto. En todo caso, el hecho que en todas partes se produjera un movimiento en esa dirección, era una prueba de su profundidad y necesidad. Evidenciaba que las masas se alejaban inconscientemente de la política reformista de la II Internacional y de la Internacional Sindical de Ámsterdam, y que después de tantos errores y derrotas, finalmente estaban decididas a tomar la vía de la unificación de las fuerzas del proletariado.
Esto significaba a la vez un cambio en la apreciación del papel de los partidos comunistas y de la Internacional Comunista. Durante los años 1918 y 1919, el proletariado fue derrotado porque su vanguardia, el partido comunista, representaba más bien una tendencia que una organización capaz de tomar la dirección de la lucha de clases. La experiencia de la derrota obligó a los comunistas a crear, por medio de escisiones y la formación de partidos independientes, las organizaciones de combate necesarias. Este período de escisiones coincidió con el período en que la gran ola revolucionaria estaba en vías de retracción y se iniciaba la contraofensiva del capitalismo. Aunque los socialdemócratas no hubiesen sabido utilizar hábilmente esta circunstancia, igualmente se habría producido el descontento contra los “escicionistas” en el seno de las masas que no podían comprender la necesidad de esa táctica. Las masas tampoco habían comprendido bien las tentativas de sublevación realizadas por los comunistas cuando estos últimos, ante toda la clase obrera (precisamente porque son su fracción más lúcida), reclamaban el empleo de métodos de combate más enérgicos. La huelga de diciembre en Checoslovaquia y la acción de marzo en Alemania debían fracasar incluso en el caso que hubiesen sido mejor conducidas, porque las amplias masas no comprendían entonces la necesidad de semejante método de combate. Pero la presión de la miseria pronto les hizo ver la necesidad de lo que antes ellas consideraban como putschs. El trabajo que, en la época de la depresión, habían realizado los comunistas solos, al precio de inmensos sacrificios, comenzaba a dar sus frutos.”
Los partidarios de Ámsterdam, los de la II Internacional y de la Internacional II y ½ tratan de explotar la nueva corriente provocando un movimiento a favor de la unidad, contra los comunistas. […] Esta vez también preferirán la unidad con la burguesía en lugar de la unidad con el proletariado.
Las resoluciones fueron adoptadas a mediados de diciembre. Para lograr la decisión definitiva, se convocó en Moscú una sesión ampliada del comité ejecutivo para comienzos de febrero. En un llamamiento fechado el 1 de enero de 1922 sobre el frente único proletario, el comité ejecutivo demostró la necesidad de la lucha común en relación con la conferencia de Washington y la ofensiva general del capitalismo contra la clase obrera. […] La orden del día era bastante densa: incluía las relaciones de los partidos de los países más importantes, las tareas de los comunistas en los sindicatos, el problema de la lucha contra los peligros de la guerra, el de la nueva política económica de la Rusia de los soviets, el de la lucha contra la miseria de la juventud obrera. Pero el problema principal era el del frente único y el de la participación en la conferencia común propuesta por la Internacional II y ½.
Los camaradas franceses e italianos se pronunciaron contra la unidad tal como era presentada por las resoluciones del comité ejecutivo. Los camaradas franceses expresaron el temor que las masas obreras francesas no comprendiesen el significado de una acción común de los comunistas con los disidentes. Se declararon partidarios del frente único de los obreros revolucionarios y afirmaron que la actividad de los comunistas en Francia tendía a realizar, alrededor de los problemas de la jornada de ocho horas y del impuesto sobre los salarios, el bloque de los obreros revolucionarios. El partido francés era todavía demasiado joven y poco capaz de maniobra, y no se sentía en condiciones de llevar a cabo una acción común con los socialistas disidentes y los sindicatos reformistas de los que acababa de separarse. Los delegados italianos se declararon partidarios de la unidad sindical pero contrarios a la unidad política con los socialistas. Expresaron el temor que las masas no comprendiesen el sentido de una acción común de los diferentes partidos obreros, y que el verdadero campo donde el frente único sería posible era el sindicato, donde los comunistas y los socialistas están unidos.
Todos los otros delegados presentes en la conferencia expresaron un temor diferente. A pesar de las innumerables traiciones, hasta ahora los líderes reformistas han conservado su influencia sobre la mayor parte de las organizaciones obreras. No lograremos nunca ganar a los obreros si nos limitamos a seguir repitiendo que son traidores. Ahora, en los momentos en los que una voluntad de combate impera en las masas, se trata de demostrarles que los socialdemócratas no quieren combatir no solamente por el socialismo sino, tampoco, por las reivindicaciones más inmediatas de la clase obrera. Hasta ahora no hemos logrado desenmascararlos, en primer lugar porque no contábamos con los medios necesarios para hacerlo y además porque no se da la situación psicológica, la atmósfera merced a la cual los obreros comprenden las traiciones de que son objeto. Finalmente, tampoco tenemos ocasión de desenmascararlos. Por eso, negándonos a luchar junto a los reformistas, dado que ellos nunca se enfrentarán seriamente contra la burguesía de la cual son sus servidores, contaremos con la aprobación de los camaradas que ya conocen este problema pero no convenceremos a uno sólo de los obreros que aún siguen fieles a los reformistas. Muy por el contrario, al negarse a llevar a cabo una lucha en común, en una época en la que las masas obreras la desean, los comunistas dan a los socialtraidores la posibilidad de presentarlos como saboteadores de la unidad del proletariado. Pero si participamos en la lucha, las masas pronto sabrán distinguir a los que propugnan verdaderamente la lucha contra la burguesía y los que no la quieren. Nuestros camaradas, que al comienzo observarán con desagrado cómo nos sentamos a una misma mesa con los reformistas, en el curso de las negociaciones comprenderán que allí también hacemos trabajo revolucionario.
El 2 de abril tuvo lugar la primera sesión de las delegaciones de las tres internacionales, compuesta cada una de ellas de diez miembros. Los representantes de la II Internacional trataron inmediatamente de sabotear la conferencia y destruir el germen del frente único. Plantearon condiciones a la Internacional Comunista, exigieron “garantías” contra la táctica de los “núcleos” y discutieron el problema de Georgia y de los socialrevolucionarios. De esa actitud resultó una situación tal que se temió que la conferencia finalizara allí mismo. Gracias a la firme actitud de los delegados de la Internacional Comunista, que exigieron el frente único sin condiciones, los delegados de la Internacional de Viena se alinearon con ellos, lo que obligó a los delegados de la II Internacional a retroceder. Luego de cuatro días de negociaciones, se decidió convocar, en el plazo más breve posible, una conferencia general. Se nombró una comisión compuesta por tres miembros de cada comité ejecutivo, encargada de su preparación. Mientras se esperaba la reunión de esta conferencia general, se decidió organizar manifestaciones comunes de todos los partidos adherentes a las tres internacionales para el 20 de abril siguiente, y, en los lugares donde no fuese técnicamente posible, para el 1º de Mayo, con las siguientes consignas:
Por la jornada de ocho horas;
Por la lucha contra el paro, provocado por la política de reparaciones de las potencias capitalistas;
Por la acción unida del proletariado contra la ofensiva capitalista; Por la revolución rusa, por la Rusia hambrienta, por la reanudación de las relaciones políticas y económicas con Rusia;
Por el restablecimiento del frente único proletario nacional e internacional.
[…] Las manifestaciones del 20 de abril y del 1º de Mayo siguiente, en las que participaron grandes masas obreras, demostraron que el proletariado estaba decidido a luchar en común por las consignas que se habían lanzado. La II Internacional y los partidos que la componen tratan, hoy como ayer y por todos los medios, de sabotear el frente único. Se niegan a organizar manifestaciones comunes, retrasan la ejecución de las decisiones adoptadas y de ese modo contribuyen a desenmascararse ante las masas.
[…] Era evidente que la II Internacional y la II y ½ habían vuelto a su proyecto de frente único contra los comunistas. Pese a esto, la Internacional Comunista hizo todo lo posible para permitir la reunión de un congreso internacional de todos los partidos socialistas. Para lograr los objetivos de la unidad, es decir la lucha contra la ofensiva del capital, contra los salarios bajos y contra el paro, se declaró dispuesta a eliminar del orden del día del congreso la cuestión de la ayuda a la Rusia de los soviets, ya adoptada en la plataforma común. Por el contrario, exigía una respuesta precisa al problema de saber si la II Internacional aceptaba o no el congreso obrero mundial. Enfrentada de ese modo, la II Internacional, al igual que su benévola auxiliar la Internacional de Viena, se acreditó como la adversaria del frente único. La comisión de los nueve se disolvió.
En lo concerniente a la táctica del frente único, la conferencia observó que, pese al fracaso de la comisión de los nueve, los postulados políticos y económicos de la táctica del frente único subsistían como antes y que, en consecuencia, la táctica de las diversas secciones de la Internacional Comunista debía consistir en establecer la unidad de frente contra la ofensiva del capital.
La conferencia trató detalladamente la situación de los partidos francés, italiano y noruego que no habían ejecutado la táctica del frente único o lo habían hecho parcialmente y con vacilación y expresó el deseo que esa táctica fuera aplicada igualmente en esos países. En lo que respecta al partido francés, dado que la existencia de una derecha oportunista importante obstaculizaba su actividad y su desarrollo, el comité ejecutivo declaró que el mejor medio de remediar la situación consistía en promover la unión del centro y de la izquierda contra la derecha. La conferencia examinó igualmente la situación del Partido Comunista de Checoslovaquia en el que se evidenciaban los síntomas de una próxima crisis. Se llegó a la conclusión que los motivos eran una cierta pasividad de la dirección del partido y se dieron las instrucciones tendentes a hacerla desaparecer.