Este es un nuevo año que se suma a la barbarie civilizatoria en curso. La población palestina sufre el mayor genocidio de su historia por parte del estado sionista de Israel que actúa con total impunidad. El repudio universal al criminal estado de Israel resuena en todo el globo, incluso Netanyahu enfrenta protestas cada vez mayores de su propia población.
Ucrania es otra región devastada por la pugna interimperialista entre el bloque EE.UU-UE y China-Rusia, dicho conflicto demuestra cada vez más el debilitamiento del imperialismo occidental, que se refleja también en la pérdida de su influencia en África y Medio Oriente con los recientes golpes de estado y las milicias hutíes.
El continente americano también se encuentra en una crisis humanitaria, especialmente en Haití donde se mantiene un clima de ingobernabilidad y violencia gansteril acrecentado por el control de las pandillas y los cárteles, escenario que acecha a gran parte de países latinoamericanos y que incrementa la crisis migratoria hacia Estados Unidos.
Las presentes coyunturas electorales son cruciales para el mundo; en Estados Unidos hay un periodo decisivo para el régimen político bipartidario, que se bate entre la continuidad del régimen o su crisis violenta. Está en juego su papel rector de toda una esfera de países en todos los continentes.
La catástrofe ambiental sigue avanzando, incendios devastadores, sequías, grandes inundaciones y huracanes enormes y mortíferos más se perfilan para estos años. Pueblos enteros desplazados, millones de familias y todas las especies del planeta están siendo arrasadas. La aparente tranquilidad en algunos países y ciudades son sólo una ilusión temporaria.
Las masas oprimidas y explotadas alrededor del mundo no tenemos un planeta B. Nuestra supervivencia y derechos más básicos entran en contradicción absoluta con la permanencia del presente modo de producción capitalista extincionista. Avancemos por todos los frentes en la organización de Partidos Revolucionarios, articulando la mayor cantidad de sectores posibles, para defender y resistir los embates del capital.
Esta será quizá, la última oportunidad para que la clase obrera y los oprimidos nos pongamos de pie frente a nuestra responsabilidad histórica: o se derriba al sistema capitalista o este terminará de destruir a la humanidad, al conjunto de las especies y eventualmente al planeta. Quienes se reclaman revolucionarios tienen la responsabilidad urgente de ponerse a la cabeza de las masas; se terminó el tiempo para la reforma o el centrismo.
Por todo esto, el 1º de mayo movilicemos todos por el siguiente programa:
¡Abajo los fundamentalismos religiosos, cristianos, judíos o musulmanes!
¡Fuera la religión de los estados, los gobiernos y la política!
¡Abajo la guerra interimperialista en Ucrania y Medio Oriente!
¡Por la construcción de partidos revolucionarios antiextincionistas!
¡Abajo los regímenes burgueses y reaccionarios!
¡Abajo el capitalismo!
Socialismo o extinción.